No sé si las cosas vienen, van, suben o bajan

Estos dibujos resumen una manera de trabajar que está presente en mi forma de relacionarme con las ideas. Una especie de dimensión dubitativa donde las cosas flotan y se mueven sin saber para dónde van o de dónde vienen. Lo que hace que sean dinámicas, sin casilleros o clasificaciones estáticas que empalen las imágenes resultantes. Dejar que las formas divaguen tiene un origen bastante pragmático; liberar a qué funcionen, sin esperar ni proyectar demasiado en ellas, desprenden una suerte de frescura y sentido primario de existir.

Estos dibujos tienen esa melancolía, esa forma inestable de observar lo que nos rodea. Sus círculos flotantes y sus radios sobre puestos unos con otros cuestionan la linealidad de nuestros procesos clásicos de observación. La relación en la que conviven desecha la idea de virtualidad como garantía contemporánea, por el contrario propone a quien le dedique tiempo a su observación una ruta zigzagueante sin principio ni fin, le propone otro estado mental, mucho más cercano a la alucinación.